Me pregunto mi padre- ¿Hijo tu de
que religión eres? Y yo le dije; la religión son los actos y los pensamientos y
hasta lo que no es ni acto ni pensamiento sino un milagro y una sorpresa
brotando del alma. El que rige su vida
con normas enjaula a su pájaro cantor y el canto más libre no viene de las
jaulas, para mí la religión es esa jaula.
Aquél para el que la adoración es una ventana tanto para abrir como para
cerrar no conoce la morada del espíritu que tiene las ventanas siempre abiertas. La
vida cotidiana es mi templo y mi religión ya que en la adoración no puede volar
más alto que mis esperanzas, si Dios existe
seguramente esta mañana estuvo jugando con mis hijos, y si levanto la cabeza y
lo veré caminando por las nubes desplegando sus brazos en el relámpago y
descendiendo en la lluvia. Pero padre mío
solo basta estar atento y lo veras sonriendo en las flores y levantándose después
para agitar sus manos en los árboles.
Ves como no necesito la religión para sentir su presencia, para charlar con
él en las tardes lluviosas, recuerda lo que dijo Tomas: “levanta un madero y ahí
estaré…”
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