DOMINGO SIETE

Había una vez, dos hermanos leñadores que vivían juntos en un bosque, uno de ellos era honrado y trabajador, mientras que el otro era más bien perezoso y envidioso.   Resulta ser que una tarde, mientras el hermano honrado regresaba por el bosque después de recoger leña, escuchó a lo lejos unas voces, lleno de curiosidad se acercó, y cuál sería su sorpresa al encontrase con un grupo de brujas que, haciendo una ronda, bailaban cantaban: "¡lunes y martes y miércoles. tres!, ¡lunes y martes y miércoles tres!".  A nuestro amigo le pareció que aquella rima estaba incompleta, así que mientras las brujas cantaban se le ocurrió completar su copla diciendo: "¡jueves y viernes y sábado, seis!".    Al escuchar esto, las brujas descubrieron leñador y le agradecieron por tan ingeniosa manera de completar su ronda y le regalaron un saco lleno de monedas de oro.  Al regresar por la mañana a su casa, el leñador le conto a su hermano todo con lujo de detalles, lo cual hizo que su hermano se llenara de envidia.   Al anochecer, el hermano salió al bosque en busca de las brujas quienes bailaban alegremente cantando: "¡lunes y martes y miércoles, tres!, ¡jueves y viernes y sábado, seis!", y entonces al hombre se le ocurrió completar gritando: "¡Y domingo siete!".    Las brujas al oír aquello descubrieron al leñador y se pusieron furiosas con él y lugar de premiarlo le propinaron una paliza por echarles a perder su armoniosa rima.   ¿Porque ninguna de las brujas quiso entonar ese ultimo día de la semana? Pues resulta que el domingo es el día del Señor.   Hoy esta historia ha quedado grabada en la historia de los eufemismos, es decir: “salió con su domingo siete” quiere decir que quedo embarazada.   De esta manera han surgido muchos que se han incorporado a nuestra forma de hablar, por ejemplo: me importa un carajo, dar en la torre, me lleva el tren o el cuchillito de palo.   En estos días es suficiente que aparezca el concepto de tontería en cualquiera de sus disfraces para que todo el mundo sepa de que estamos hablando por lo que se hayan incorporado los refranes ha nuestra forma de hablar: “si no compra, no mallugue”, “me cumple o me deja como estaba” hacen referencia a una promesa de casamiento incumplida.   Salvador Novo y Julio Cortázar hacen uso del eufemismo en varios de sus poemas tanto que pueden volverse una lasciva erótica.  La maestra Juana Ontañon aseguraba que el mexicano es el único pueblo que le habla de usted a un perro cuando decimos “sáquese”, le llama invidente al ciego, minusválido al discapacitado o débil mental al loco.    La superstición y el sexo han entrado también en el camino del eufemismo cuando sustituimos a la serpiente por la bicha y a la otra por “el segundo frente” o “la casa chica”.    Si queremos insultar a alguien le “recordamos a su mama” o “se la rayamos”.   Hay también eufemismos que forman parte del tabú como es el caso de “el tocador” en vez del sanitario, “el cuatro letras” es el hotel y “los hulitos” los condones.  En el uso del eufemismo no estamos solos, también lo hacen en otros países lo de hoy son las formulas verbales que significan infinidad de acciones, objetos o calificativos, y esto puede ser el inicio de la decadencia de nuestra forma de hablar….




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